Es un arbusto globoide, muy ramificado, de cerca de 3 m de
altura y de diámetro. Follaje persistente de textura fina, hojas alternas,
compuestas, bipinnadas, uniyugadas, verdosas claras; con numerosos folíolos,
lineares, falcados, glabros. Flores hermafroditas, en cabezuelas umbeliformes,
axilares, solitarias. Estambres mucho más largos que la corola, son blancos en
su mitad inferior y rosados en la superior, de hasta 4-6 cm de largo. Fruto
legumbre dehiscente, pardos al madurar. Florece a fines de primavera e inicios
de verano, reflorece en otoño. Empieza a morir con temperaturas de cero grado.
La flor del árbol de ceibo es la flor nacional uruguaya,
hecho que comparte con Argentina. Su nombre científico es erythrina
cristagalli. Autóctono de Uruguay, el árbol crece también en el territorio del
norte argentino, sur de Brasil, Paraguay y Bolivia.
El ceibo se encuentra en su forma silvestre en zonas
húmedas, bañados, bordes de ríos y arroyos. Puede alcanzar los veinte metros de
altura.
Patito de ceiboSu follaje es perenne, tiene floración desde
principios de noviembre hasta finales de febrero. Sus flores son muy peculiares, son rojas, tienen cinco
pétalos. Los niños suelen hacer “patitos” con la flor del ceibo.
ceibo blancoExisten dos tipos de ceibo, la flor nacional
roja pertenece a la especie común o del plata.
Así mismo, existe otra especie de ceibo con flor de color blanco, que
crece silvestre únicamente en territorio uruguayo.
La madera del árbol de ceibo es liviana y blanda. Los
indígenas la usaban para construir canoas por su flotabilidad, pero en la
actualidad no se utiliza.
Es un árbol casi exclusivamente ornamental, se halla en
plazas y parques de todo el país, y es muy frecuente hallarlo en los jardines
de las escuelas públicas.
Leyenda sobre el origen del ceibo
Cuenta la leyenda de los indios guaraníes, que el origen del
árbol se remonta a la historia de la hija del cacique llamada Anahí. Vivían en
las márgenes del río Paraná. Anahí tenia la voz más bella que la de cualquier
pájaro, pero era muy fea, por lo cual no
tenia hijos.
Un día llegaron los españoles a la rivera del río. El
cacique, seguido por su tribu, decide atacar al campamento español y muere en
enfrentamiento.
Pasado el tiempo, Anahí vigila día y noche a quien dio
muerte a su padre, hasta que encuentra el momento oportuno para matarlo,
mientras hacía de centinela. Para darle muerte se aproximó demasiado y fue
apresada por otros españoles luego de disparar la flecha mortal.
Los españoles la torturaron y ataron a un árbol, para darle
muerte prendiéndola fuego junto a él. En
vez de gritos de dolor, los españoles escucharon los cantos de Anahí, y vieron
cómo el fuego no la quemaba y cómo se elevaba hacia el cielo
Flor de ceiboLos soldados españoles corrieron espantados
hacia el campamento. Los indios de su tribu, seguidos por su chamán se
acercaron al árbol donde amarraron a Anahí y se encontraron con un árbol nuevo,
nunca antes visto, con flores rojas con formas de llama. Así nace la leyenda
del árbol de ceibo, y así nace el árbol de ceibo.
El mburucuyá es una planta trepadora que se encuentra en
casi todos los países de sudamérica. Según relatos de la época de la conquista,
los indígenas de estas regiones ya la utilizaban con fines medicinales y
curativos. Los conquistadores aprendieron rápidamente sus usos y lo llevaron a
Europa, donde también se cultiva.
La flor de la pasión
Su nombre científico es passiflora edulis; es una planta muy
fácil de reconocer si está en flor, ya que por su forma y llamativos colores es
inconfundible. En muchos países se puede encontrar esta planta en forma
silvestre, y en otros se cultiva, principalmente para el consumo de sus exquisitos
frutos.
En algunos países se la conoce también como “maracuyá”, pero
esta es una deformación de su verdadero nombre, mburucuyá, que en guaraní
significa “criadero de moscas”, ya que su fruta es tan dulce, que atrae a estos
molestos insectos. A su vez, a su hermosa flor, que es la flor nacional de
Paraguay, se la suele llamar “la flor de la pasión”.
Existen más de 200 variedades de la planta que se
diferencian por el color y la forma, tanto de sus flores como de sus frutos.
En la actualidad se siguen utilizando tanto sus flores y
hojas como sus frutos, los cuales tienen diferentes propiedades medicinales y
se aplican para aliviar diferentes afecciones.
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Flores y Hojas
Las principales propiedades medicinales del mburucuyá se
encuentran en sus hojas, flores y tallos, los cuales secos se pueden preparar
en infusiones, decocciones, aceites esenciales o cremas, para tratar diferentes
afecciones.
Esta planta suele ser muy efectiva en tratamientos para el
insomnio y nerviosismo, por sus potentes efectos narcóticos. Se ha descubierto
que la passiflora contiene serotonina natural, y una sustancia denominada
maltol, la cual también tiene efectos sedantes.
En cantidades más pequeñas, suelen calmar la ansiedad, sin
que necesariamente provoque sueño. Algunas de las especies de passiflora
contienen chrysin o crisina, un flavonoide que baja los niveles de ansiedad,
sin sufrir los efectos secundarios de los ansiolíticos químicos.
Estudios realizados sobre los efectos de la pasiflora,
descubrieron que trabajaba sobre los neurotransmisores GABA (ácido
gamma-aminobutírico) del cerebro, provocando efectos calmantes.
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Los efectos anticonvulsivantes y antiespasmódicos de la
passiflora ayudan en tratamientos del Parkinson, epilepsia y asma. Por supuesto
que una persona que está bajo tratamiento médico por alguna de estas afecciones
no debe cambiarlo por el consumo de passiflora, pero sirve como tratamiento
complementario.
El flavonoide crisina, del que hablábamos anteriormente, tiene
una alta concentración en la variedad passiflora coerulea. Este flavonoide
tiene efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antiespasmódicos y, calmantes,
por lo cual también se puede beber el té para calmar dolores menstruales.
Estudios científicos han demostrado a su vez que, gracias a
su componente crisina, el consumo de passiflora es apropiado para tratar casos
de cáncer donde hay metástasis, pues ésta se reduce.
Finalmente, podemos decir que esta planta la hace honor a su
nombre, ya que estudios científicos recientes han descubierto que tiene efectos
afrodisíacos, mejora en general las funciones sexuales y, en los hombres,
aumenta el conteo de espermatozoides.
Frutos
El mburucuyá o maracuyá, es el fruto de la passiflora. Es
aproximadamente del tamaño de un limón, muy dulce y jugoso. En general por
dentro su pulpa es de color amarillo y con una consistencia gelatinosa. Con sus
frutos se pueden preparar zumos, puré, mermeladas o jaleas.
Como mencionamos anteriormente, la mayor concentración de
sus propiedades se encuentra en sus tallos, hojas y flores, sin embargo la
fruta tiene muchas otras propiedades.
La fruta se puede utilizar como un tratamiento natural para
calmar niños con hiperactividad; también es efectivo para tratar asma,
bronquitis y otras afecciones respiratorias. El jugo de la fruta se utiliza
sobre todo en Perú, como diurético y para tratar infecciones urinarias.
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Así que ya lo sabes, esta maravillosa planta es muy
eficiente para tratar y prevenir todas estas afecciones. Tal vez sería una muy
buena idea cultivarla en casa, para aprovechar todas estas propiedades y
disfrutar cuando quieras de sus deliciosas frutas.
Una planta que al parecer puede llegar a dañar los árboles. En este artículo el Ing. Agr. Nino Nicoli, técnico del Jardín Botánico, nos explica todo lo que necesitamos saber sobre esta planta.
Las especies del género Tillandsia conocidas popularmente como Clavel del Airepertenecen a la familia de las Bromeliáceas, en nuestro país hay varias especies de dicho género. Tillandsia capillaris es una especie propia del bosque chaqueño argentino, su presencia se ha constatado en varios países de América del Sur (Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador). Es una planta epífita atmosférica por lo tanto vive adherida árboles, arbustos e incluso muros y cables de la luz, pero es importante aclarar que no es parásita, sólo requiere apoyo físico. Recibe los nutrientes del polvo y partículas que colectan con sus raíces, específicamente son tricomas higroscópicos que le permiten a la planta condensar la humedad. Las semillas son muy pequeñas y tienen vellos blancos que se adhieren fácilmente a ramas, cables, etc.
Según la mayoría de los especialistas este clavel no ataca a la especie hospedante o forófita (planta que ofrece apoyo o espacio). Daños: hay diversas opiniones respecto a si esta especie causa daño o no. En general cuando se trata de árboles huéspedes de hoja caduca en declinación (dependiendo del tipo de corteza y copa), el Clavel del Aire se vuelve maleza al ocupar las ramas, generando un gran sombreado que impide la aparición de las hojas.
En el caso de Tillandsia recurvata hay estudios por ejemplo en Argentina, sobre sustancias nocivas para el hospedante que genera dicha especie.
Se pueden tomar ciertas medidas de control. En ejemplares muy decrépitos aplicar el método mecánico, denominado limpieza o poda sanitaria; otro método es el hidráulico, se usa para árboles altos de hoja caduca, aplicando agua a alta presión. Por último el método químico, se usan productos a base de sulfato de cobre pentahidratado, el más conocido que se aplica en Argentina es el Cota cuatro, se efectúan dos aplicaciones en otoño-invierno, separadas durante 4 o 5 días.
el árbol va aumentando su volumen; y aunque ese
mecanismo de irse aumentando por capas parece común a todos los demás árboles;
las capas del umbú se distinguen de las de los demás, en que en éstos las capas
se unen y se conglutinan tan estrechamente unas con otras, ya más, ya menos
según su solidez respectiva, que no presentan en la madera más que un solo
cuerpo duro y firme; en vez de que en el umbú las capas se conservan siempre visiblemente
separadas, sin formar entre sí mismas una unión estrecha.
En medio de la flojera, digámoslo así, con que
engruesa este árbol, su resistencia a los vientos generalmente es mayor que la
de muchos árboles de madera fuerte, a quienes el viento desgaja con más
facilidad que al umbú.
Yo no conozco más que dos especies: una de machos
que dan sólo flores, y otra de hembras que dan flores y fruto [2]. Se suelen
poner en el campo cerca de las casas por su hermosura, y principalmente por la
sombra que con su grande copa hacen en el estío, útil para las gallinas y para
otros animales domésticos, y también para colgar la carne al fresco, que
regularmente corre debajo de sus ramas.
flores ombú macho
flores y fruto ombú hembra
El motivo porque por lo común se siente correr aire
debajo de los umbús, lo atribuyo a que por leve que sea el aura que corre, como
corra alguna, tropieza en la copa espesa del umbú, y hallando en ella embarazo,
tuerce su corriente hacia la parte en que no lo tiene, que es por debajo del
árbol. Este efecto se hace muy sensible cuando hay dos árboles a la par, que
unan arriba sus copas; porque pasando por cerca de ellos se suele sentir la
corriente del aire que se reúne por entre los troncos, aunque no se sienta en
otro lugar si el día está sereno.
Para trasplantarlos conviene esperar al equinoccio
de setiembre; porque estos árboles, que empiezan a brotar a la mitad de
octubre, suelen sentir mucho los hielos cuando no están arraigados, y por ellos
se suelen perder si se ponen temprano.
A los dos años de haber comprado mi chácara
trasplanté tres umbús que habían nacido el año anterior de 1774, y los puse en
triángulo cerca de la casa a la distancia sólo de cinco varas [3] unos de otros
con el objeto de poder atravesar de unos a otros, cuando fuesen grandes,
tijeras de sauce, en que colgar cómodamente la carne. De los tres se me perdió
uno, y en los otros dos que me quedaron hallé el servicio que me propuse de los
tres; pues atravesé de uno a otro una tijera de sauce en que podía colgar todos
los cuartos de una res.
Para que la carne no se mojase cuando llovía, pues
mojada adquiere mal gusto y se pierde pronto, encaramé en la tijera atravesada
en las horquetas de los dos umbús, un par de cueros grandes, que con huascas
que se ataban por una punta en las garras, los extendían y se ataban por la
otra en algunas ramas de los árboles. Cubierta muy bien la tijera con los
cueros pasaban por entre ellos y la tijera unas huascas fuertes, que tenían
cada una en un extremo un gancho de madera de los que en mi casa se suelen
hacer del concurso de dos ramas de un grueso proporcionado. Cuando se colgaba
carne no había más que engancharla, izarla con la huasca y atar el otro extremo
en uno de los ceñidores de torzal que tenían los umbús atados flojamente en la
cintura de sus troncos. Con esta operación sencilla estaba la carne siempre al
fresco y preservada de la lluvia.
El ceñidor de torzal que tenían los troncos no sólo
servía para asegurar la carne, sino también para atar los caballos a la sombra
en cualquiera de ellos; pues sin el ceñidor no se podían atar cómodamente;
porque los troncos que desde el suelo a las horquetas principales tenían cuatro
varas de alto, y era necesario una escalera para subir a los umbús, tenían de
circunferencia, en donde menos, las mismas cuatro varas, o muy cerca: con que
para atar caballos en los umbús, o era menester clavar argollones en los
troncos, o usar del ceñidor flojo que acabo de decir; los umbús a los treinta y
nueve años de edad tenían dieciocho varas y media de altura, y el diámetro de
su copa era por lo menos otro tanto.
Mi casa estaba abrigada con ellos de los sudestes,
y parecía de lejos que se apoyaba a los árboles. Estos a mis ojos la adornaban
con los verdes colgantes de sus ramas, y yo los apreciaba en tanto que hubiera
despreciado una talega de pesos que me hubiesen ofrecido por quitarlos de donde
yo los tenía.
Pues todo este bien, o casi todo, desapareció el
presente año de 13; porque el día 2 de febrero hirió un rayo los dos umbús. Al
que estaba más al norte y más cercano a la casa lo perdió del todo, y al
compañero le maltrató las más grandes ramas. Al principio creí que el daño era
muy corto; porque no se vio en el perdido más que un leve rasguño sobre la
horqueta principal, y porque dos caballos, que estaban atados a él, no
recibieron mal ninguno; pero a los pocos días las ramas grandes; que formaban
toda su copa, se empezaron a caer, llevadas sólo de su peso, de suerte que no
quedó en pie más que sólo el tronco; luego advertí que el fuego eléctrico había
penetrado hasta las raíces por el sonido hueco que daba el tronco, y por el mal
olor que despedía.
Así lo hice cortar todo, y que se cortasen también
todas las ramas heridas del que quedó en pie. Todo el forraje que salió de los
umbús, con que se podían cargar algunos carros, lo reduje a rajas y astillas, y
después que se orearon, en que tardaron muchos días, las puse en disposición de
darles fuego para sacar ceniza; porque me habían dicho que la ceniza del umbú
era buena para la lejía, con que se hace jabón.
Como me he propuesto dar una idea de todo lo que yo
sepa concerniente a los provechos, que se puedan sacar de una chácara, voy a darla
del modo de hacer jabón, que yo ignoraba hasta el presente año en que lo he
hecho con la ceniza de la broza, que junté de los dos umbús. Oreadas las rajas,
sin esperar a que se sequen del todo; porque entonces pierden las sales, en que
consiste el mérito de la ceniza, se hacen unos montones piramidales, cruzando
las rajas de modo que el fuego pueda entrar por todo el montón, poniendo
primero debajo alguna paja seca a fin de que por ella prenda el fuego. Cuando
éste ha prendido y se comunicó a la leña que forma la pira, se tiene cuidado de
ir tapando con astillas menudas, que están a la mano, las salidas grandes que
tenga el fuego con el objeto de que no se evaporen las sales, o se evaporen lo
menos posible.
Por este motivo de conservar las sales sería mejor
quemar el ombú con toda la humedad que saca de sus raíces; pero quemarlo sin
que se oree primero es obra moralmente imposible, como también lo es quemar las
ramas gruesas sólo como el brazo cuando no se han hendido: así lo he
experimentado yo, y para quemarlas he tenido que animar el fuego, echándole por
encima al montón paja de trigo menuda, de la que se saca de la era después que
se avienta el trigo. Esta paja, que por ser menuda se insinúa por todos los
resquicios del montón, anima el fuego sin levantar mucha llama, y así se ha
podido quemar bien una leña que sin ese auxilio era muy difícil quemarla.
Cuando arde el montón se tiene también cuidado de echar encima la leña que se
desparrama para que la penetre el fuego, y se deja amontonada hasta que se enfríe,
preservando el montón de que se moje con alguna lluvia, que le llevaría las
sales."
(se omiten aquí varios párrafos en los que el autor
describe al detalle la forma de producir velas y jabón con sebo y usando las
cenizas del ombú).
"Ahora volviendo a los umbús, que dieron
ocasión a un artículo más largo de lo que yo pensaba, parece que estos árboles
son muy perseguidos de los rayos; porque el mismo día que un rayo hirió a los
míos, otro rayo hirió a un umbú de la chácara que fue de dan Domingo Guerrero.
Cuando por ella pasaba para ir a misa vi que al umbú herido se le fueron
desplomando las ramas del mismo modo que le sucedía al que se me había muerto
en mi casa.
Fuera de estos umbús tengo noticia de otros que
fueron heridos y muertos de rayo. Lo que hace creer que estos árboles son más
expuestos que otros a ser heridos de este terrible meteoro. Así se experimenta,
y puede provenir de que siendo por lo común los umbús grandes y corpulentos, y
de que regularmente se ponen en lugares bastante elevados, alcanzan por su
altura sobre la del lugar en que los ponen, a la región del aire en que los
rayos se encienden con más frecuencia, a que puede concurrir también el que
abundando, como ciertamente abundan, de sales; abundarán asimismo de nitro,
que, según se dice, es una de las materias en que se ceba el fuego eléctrico, y
es la que causa la explosión espantosa que se oye cuando el rayo se enciende.
Siendo esto así, como parece por los efectos, parece también que lejos de ser
esos árboles útiles a las casas, les pueden ser muy perjudiciales, y que más
bien se debe aconsejar que el que los tenga, los corte o los arranque, que el
que se pongan cerca de ellas.
A esto digo que la utilidad diaria y constante, que
traen los umbús a las casas, se debe anteponer a un prejuicio remoto que por
ellos pudiera sobrevenirles, aún en caso que hubiese algún peligro; pero aún
este peligro remoto se desvanece sólo con reflexionar que cebándose el fuego
eléctrico en los umbús quedan preservadas las casas que están cerca de ellos, y
que para las casas vienen a ser los umbús lo que son para los navíos los
conductores eléctricos, que se les ponen en los palos altos haciéndolos
descender al agua por fuera de las cofas y de las mesas de guarnición; así
lejos de ser los umbús para las casas un atractivo de rayos, les son un
preservativo que las liberta de ellos.
Yo por lo menos no tengo noticia de casa ninguna
que en el campo haya sido herida de algún rayo, teniendo cercano ese árbol; y
tengo noticia de muchas que lo fueron, no teniéndolo. Por este principio y
experiencia, que lo acompaña, soy de opinión que aunque los umbús no trajeran a
las casas más utilidad que la de preservarse de los rayos, que tal vez las
destrozarían, no teniéndolos; se deben poner cerca para preservarlas, y que el
furor de los rayos se cebe en los umbús antes que en ellas. Pero al mismo tiempo
soy también de opinión, que cuando amenace tormenta se separen de los umbús los
caballos que estén atados a ellos; porque no siempre tendrán la fortuna que
tuvieron los míos, de que el fuego sólo descendiese por lo interior del tronco,
sin tocarlos."
Nombres Comunes: mulita, tatú, armadillo.
Nombre Científico: Dasypus hybridus.
Distribución en Uruguay: se la encuentra en todo el país, aunque menos común cerca de las zonas muy pobladas del sur, debido a la caza, que por supuesto está prohibida.
Descripción: el color general es grisáceo o a veces pardo oscuro, mide entre 25 y 50 centímetros y pesa entre 1,5 y 2 kilos. Presenta siete bandas móviles en el dorso.
Comportamiento: es bastante activo durante el día y la noche también, aunque a veces evita salir en las horas de mayor calor. Su visión no es muy buena y utiliza más su oído y su olfato para buscar alimento y huir de los predadores. Fundamentalmente se alimenta de insectos, aunque a veces puede consumir otros pequeños animales.
Hábitat: praderas.
Reproducción: pare de siete a nueve crías y tiene cuatro mamas. La madre amamanta a las crías, en la madriguera, por varias semanas. Luego al tiempo se vuelven de hábitos solitarios.
Conservación: no es una especie que se encuentre en peligro de extinción, pero si es una especie que ha sufrido un retroceso debido a la caza ilegal que se realiza, por eso es importante prestar atención y realizar estudios para saber si su población disminuye.
El
ave típica de los campos de Uruguay habita en descampados,
pero sobre todo en la cercanía de lagos y lagunas, ríos, arroyos, aunque puede
encontrarse en zonas urbanas.
Se lo considera un “guardián” debido a que ante la presencia de
un ser extraño, el Tero comienza a dar gritos de alarma, denunciando su
presencia, incluso durante la noche. Es frecuente que el Tero sea tomado como
mascota, con función de alerta ante intrusos.
Es muy elegante, con su plumaje contrastante entre el blanco y
el negro. Además lo engalana un fino y coqueto copete hacia atrás. Es muy
cómico, pues cuando camina o está quieto, hace “agachadas” clásicas aún sin
explicación.
El Chajá en el Uruguay En Uruguay vive en la naturaleza y
también en reservas y parques zoológicos. El chajá (Chauna torquata) Es un ave
de tamaño considerable, del orden anseriforme de la familia Anhimidae que
habita en buena parte del sur y centro de Sudamérica. Tiene gran tamaño, unos
75 cm de pico a […]
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El Chajá en el Uruguay
En Uruguay vive en la naturaleza y también en reservas y
parques zoológicos.
El chajá (Chauna torquata)
Es un ave de tamaño considerable, del orden anseriforme de
la familia Anhimidae que habita en buena parte del sur y centro de Sudamérica.
Tiene gran tamaño, unos 75 cm de pico a cola, y se considera un símbolo de las
pampas. Es miembro de una familia de aves exclusiva de América del Sur y está
emparentado con los cisnes y los gansos, aunque a primera vista no se parece a
ninguno de los dos grupos.
Chaja en el nido con 6 huevos.
A pesar de ser pariente de un orden característico de aves
acuáticas, tiene un aspecto más parecido a Galliformes y gruiformes, como
pavos, avutardas, sisones etc, con los que no están emparentados. Se debe a
convergencia evolutiva al compartir hábitos principalmente terrestres. Los
chajás son aves asociadas con ambientes secos abiertos, como estepas o
praderas. Según algunos autores, deberían clasificarse en un orden propio.
El cuerpo parece una especie de pavo con cresta, pico
pequeño y afilado y una especie de collar en el cuello. Las patas son robustas
y largas, de color rosado, y la parte de alrededor de los ojos es rojiza. Vive
en parejas y en ocasiones en grupos de alrededor de cien individuos.
El chajá suele compartir espacios con otras especies,
principalmente , en este caso observamos un carpincho.
El chajá, ave que vive en esteros y riveras, nativa de
Uruguay
El chajá, ave que vive en esteros y riveras, es nativo de
Uruguay
Pueden nadar como lo hacen las palmípedas, aunque es más común
que caminen sobre la vegetación acuática sin mojarse mucho.
En la parte anterior de cada alas tiene un espolón de unos 2
cm. de largo en los adultos, que rara vez utiliza para atacar o defenderse.
Puede defender a sus pollos, aunque estos suelen permanecer inmóviles para
pasar inadvertidos. Los padres emplean un grito de alarma que produce que las
crías escapen. El nombre indígena del guaraní, chajá (escapa), hace referencia
a este hábito.
Alimentación
Es un ave herbívora, que se alimenta preferentemente de
brotes verdes y plantas blandas. Es perseguido por los agricultores y rancheros
al considerarlo una amenaza para las gramíneas forrajeras que conforman el
pasto, los cultivos y los cereales de invierno en su época de implantación.
El canto o la voz del Chajá , da origen a su nombre popular.
Subespecies presentes: Se han descrito dos subespecies en la
Península Ibérica: el Apodemus sylvaticus callipides, que ocupa el norte de la
península, y el Apodemus selváticos
dichruru, de coloración más clara y menos voluminoso, que ocupa el resto del territorio
peninsular y parte de las Baleares.
Otras dos subespecies son propias de las Islas Baleares: el Apodemus
sylvaticus eivissensis, en la isla de Ibiza y el Apodemus sylvaticus
frumentariae, en la isla de Formentera. No está presente de forma natural en
las Canarias.
Longitud de la cabeza y cuerpo, sin incluir la cola: entre
10 y 12 cms.
Longitud de la cola:
de 9 a 12 cms.
Peso: De 20 a 35 gramos.
Status de la especie: No amenazada.
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Roedor de pequeño tamaño que no supera los treinta y cinco
gramos de peso. De hábitos esencialmente nocturnos, cuenta con una cabeza
voluminosa, dotada con unos ojos negros, grandes y prominentes que sobresalen
del rostro, adaptados a la visión de noche, en la que se desenvuelve con
soltura. Tiene unas orejas bien desarrolladas, con los pabellones auriculares
erectos, su cola es larga y poblada de pelo corto. Su coloración es marrón, con
tonalidades rojizas, de aquí que popularmente sea conocido como ratón colorado,
aun cuando su coloración se torna más clara, casi blanquecina, en la zona del
pecho y parte inferior del vientre del animal.
El ratón de campo, de modo general, es el mamífero más
abúndate en nuestros campos y montes, donde podemos localizarlo desde el nivel
del mar a la alta montaña, donde se vuelve raro aunque no está ausente, si bien
alcanza su óptimo en ambientes rurales con cultivos de cereales donde
alimentarse. Las plantaciones de almendros y olivares es otro lugar querencioso
para el ratón de campo, por la abundancia de alimento que ahí puede encontrar .
Con un poco de práctica y unos conocimientos elementales
podemos diferenciar el ratón de campo de otras especies de ratones con las que
comparte territorio y puede confundirse aparentemente
El carpincho, capibara o chigüire2 (Hydrochoerus
hydrochaeris) es una especie de roedor de la familia de los cávidos. Es el
roedor viviente de mayor tamaño y peso del mundo. Habita en manadas en regiones
de climas tropicales y templados siempre cerca del agua, los que van desde los
humedales del este de Panamá y de Sudamérica, al norte y oriente de los Andes,
hasta el centro de la Argentina. Está relacionado con los agutíes, las
chinchillas, los coipos y los conejillos de indias