viernes, 25 de noviembre de 2016

El plumerillo rosado

Resultado de imagen para plumerillo rosado

Descripción:

Es un arbusto globoide, muy ramificado, de cerca de 3 m de altura y de diámetro. Follaje persistente de textura fina, hojas alternas, compuestas, bipinnadas, uniyugadas, verdosas claras; con numerosos folíolos, lineares, falcados, glabros. Flores hermafroditas, en cabezuelas umbeliformes, axilares, solitarias. Estambres mucho más largos que la corola, son blancos en su mitad inferior y rosados en la superior, de hasta 4-6 cm de largo. Fruto legumbre dehiscente, pardos al madurar. Florece a fines de primavera e inicios de verano, reflorece en otoño. Empieza a morir con temperaturas de cero grado.

El ceibo


El ceibo: flor nacional


Resultado de imagen para ceibo
árbol de ceibo
La flor del árbol de ceibo es la flor nacional uruguaya, hecho que comparte con Argentina. Su nombre científico es erythrina cristagalli. Autóctono de Uruguay, el árbol crece también en el territorio del norte argentino, sur de Brasil, Paraguay y Bolivia.
El ceibo se encuentra en su forma silvestre en zonas húmedas, bañados, bordes de ríos y arroyos. Puede alcanzar los veinte metros de altura.
Patito de ceiboSu follaje es perenne, tiene floración desde principios de noviembre hasta finales de febrero. Sus flores son  muy peculiares, son rojas, tienen cinco pétalos. Los niños suelen hacer “patitos” con la flor del ceibo.
Resultado de imagen para ceiboceibo blancoExisten dos tipos de ceibo, la flor nacional roja pertenece a la especie común o del plata.  Así mismo, existe otra especie de ceibo con flor de color blanco, que crece silvestre únicamente en territorio uruguayo.
La madera del árbol de ceibo es liviana y blanda. Los indígenas la usaban para construir canoas por su flotabilidad, pero en la actualidad no se utiliza.
Es un árbol casi exclusivamente ornamental, se halla en plazas y parques de todo el país, y es muy frecuente hallarlo en los jardines de las escuelas públicas.
Leyenda sobre el origen del ceibo
Cuenta la leyenda de los indios guaraníes, que el origen del árbol se remonta a la historia de la hija del cacique llamada Anahí. Vivían en las márgenes del río Paraná. Anahí tenia la voz más bella que la de cualquier pájaro, pero era muy fea,  por lo cual no tenia hijos.
Un día llegaron los españoles a la rivera del río. El cacique, seguido por su tribu, decide atacar al campamento español y muere en enfrentamiento.
Pasado el tiempo, Anahí vigila día y noche a quien dio muerte a su padre, hasta que encuentra el momento oportuno para matarlo, mientras hacía de centinela. Para darle muerte se aproximó demasiado y fue apresada por otros españoles luego de disparar la flecha mortal.
Los españoles la torturaron y ataron a un árbol, para darle muerte prendiéndola fuego junto a él.  En vez de gritos de dolor, los españoles escucharon los cantos de Anahí, y vieron cómo el fuego no la quemaba y cómo se elevaba hacia el cielo

Flor de ceiboLos soldados españoles corrieron espantados hacia el campamento. Los indios de su tribu, seguidos por su chamán se acercaron al árbol donde amarraron a Anahí y se encontraron con un árbol nuevo, nunca antes visto, con flores rojas con formas de llama. Así nace la leyenda del árbol de ceibo, y así nace el árbol de ceibo.

El mburucuyá

Resultado de imagen para . El mburucuyá
El mburucuyá es una planta trepadora que se encuentra en casi todos los países de sudamérica. Según relatos de la época de la conquista, los indígenas de estas regiones ya la utilizaban con fines medicinales y curativos. Los conquistadores aprendieron rápidamente sus usos y lo llevaron a Europa, donde también se cultiva.

La flor de la pasión
Su nombre científico es passiflora edulis; es una planta muy fácil de reconocer si está en flor, ya que por su forma y llamativos colores es inconfundible. En muchos países se puede encontrar esta planta en forma silvestre, y en otros se cultiva, principalmente para el consumo de sus exquisitos frutos.

En algunos países se la conoce también como “maracuyá”, pero esta es una deformación de su verdadero nombre, mburucuyá, que en guaraní significa “criadero de moscas”, ya que su fruta es tan dulce, que atrae a estos molestos insectos. A su vez, a su hermosa flor, que es la flor nacional de Paraguay, se la suele llamar “la flor de la pasión”.

Existen más de 200 variedades de la planta que se diferencian por el color y la forma, tanto de sus flores como de sus frutos.

En la actualidad se siguen utilizando tanto sus flores y hojas como sus frutos, los cuales tienen diferentes propiedades medicinales y se aplican para aliviar diferentes afecciones.

Publicidad


ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
Flores y Hojas
Las principales propiedades medicinales del mburucuyá se encuentran en sus hojas, flores y tallos, los cuales secos se pueden preparar en infusiones, decocciones, aceites esenciales o cremas, para tratar diferentes afecciones.

Esta planta suele ser muy efectiva en tratamientos para el insomnio y nerviosismo, por sus potentes efectos narcóticos. Se ha descubierto que la passiflora contiene serotonina natural, y una sustancia denominada maltol, la cual también tiene efectos sedantes.

En cantidades más pequeñas, suelen calmar la ansiedad, sin que necesariamente provoque sueño. Algunas de las especies de passiflora contienen chrysin o crisina, un flavonoide que baja los niveles de ansiedad, sin sufrir los efectos secundarios de los ansiolíticos químicos.

Estudios realizados sobre los efectos de la pasiflora, descubrieron que trabajaba sobre los neurotransmisores GABA (ácido gamma-aminobutírico) del cerebro, provocando efectos calmantes.


ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
Los efectos anticonvulsivantes y antiespasmódicos de la passiflora ayudan en tratamientos del Parkinson, epilepsia y asma. Por supuesto que una persona que está bajo tratamiento médico por alguna de estas afecciones no debe cambiarlo por el consumo de passiflora, pero sirve como tratamiento complementario.

El flavonoide crisina, del que hablábamos anteriormente, tiene una alta concentración en la variedad passiflora coerulea. Este flavonoide tiene efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antiespasmódicos y, calmantes, por lo cual también se puede beber el té para calmar dolores menstruales.

Estudios científicos han demostrado a su vez que, gracias a su componente crisina, el consumo de passiflora es apropiado para tratar casos de cáncer donde hay metástasis, pues ésta se reduce.

Finalmente, podemos decir que esta planta la hace honor a su nombre, ya que estudios científicos recientes han descubierto que tiene efectos afrodisíacos, mejora en general las funciones sexuales y, en los hombres, aumenta el conteo de espermatozoides.

Frutos
El mburucuyá o maracuyá, es el fruto de la passiflora. Es aproximadamente del tamaño de un limón, muy dulce y jugoso. En general por dentro su pulpa es de color amarillo y con una consistencia gelatinosa. Con sus frutos se pueden preparar zumos, puré, mermeladas o jaleas.

Como mencionamos anteriormente, la mayor concentración de sus propiedades se encuentra en sus tallos, hojas y flores, sin embargo la fruta tiene muchas otras propiedades.

La fruta se puede utilizar como un tratamiento natural para calmar niños con hiperactividad; también es efectivo para tratar asma, bronquitis y otras afecciones respiratorias. El jugo de la fruta se utiliza sobre todo en Perú, como diurético y para tratar infecciones urinarias.


ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK

Así que ya lo sabes, esta maravillosa planta es muy eficiente para tratar y prevenir todas estas afecciones. Tal vez sería una muy buena idea cultivarla en casa, para aprovechar todas estas propiedades y disfrutar cuando quieras de sus deliciosas frutas.

El clavel del aire

Resultado de imagen para clavel del aire

Una planta que al parecer puede llegar a dañar los árboles. En este artículo el Ing. Agr. Nino Nicoli, técnico del Jardín Botánico, nos explica todo lo que necesitamos saber sobre esta planta.
Las especies del género Tillandsia conocidas popularmente como Clavel del Airepertenecen a la familia de las Bromeliáceas, en nuestro país hay varias especies de dicho género. Tillandsia capillaris es una especie propia del bosque chaqueño argentino, su presencia se ha constatado en varios países de América del Sur (Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador). Es una planta epífita atmosférica por lo tanto vive adherida árboles, arbustos e incluso muros y cables de la luz, pero es importante aclarar que no es parásita, sólo requiere apoyo físico. Recibe los nutrientes del polvo y partículas que colectan con sus raíces, específicamente son tricomas higroscópicos que le permiten a la planta condensar la humedad. Las semillas son muy pequeñas y tienen vellos blancos que se adhieren fácilmente a ramas, cables, etc.
Según la mayoría de los especialistas este clavel no ataca a la especie hospedante o forófita (planta que ofrece apoyo o espacio).
Daños: hay diversas opiniones respecto a si esta especie causa daño o no. En general cuando se trata de árboles huéspedes de hoja caduca en declinación (dependiendo del tipo de corteza y copa), el Clavel del Aire se vuelve maleza al ocupar las ramas, generando un gran sombreado que impide la aparición de las hojas.
En el caso de Tillandsia recurvata hay estudios por ejemplo en Argentina, sobre sustancias nocivas para el hospedante que genera dicha especie.
Se pueden tomar ciertas medidas de control. En ejemplares muy decrépitos aplicar el método mecánico, denominado limpieza o poda sanitaria; otro método es el hidráulico, se usa para  árboles altos de hoja caduca, aplicando agua a alta presión. Por último el método químico, se usan productos a base de sulfato de cobre pentahidratado, el más conocido que se aplica en Argentina  es el Cota cuatro, se efectúan dos aplicaciones en otoño-invierno, separadas durante 4 o 5 días.

El ombú

Resultado de imagen para ombú
el árbol va aumentando su volumen; y aunque ese mecanismo de irse aumentando por capas parece común a todos los demás árboles; las capas del umbú se distinguen de las de los demás, en que en éstos las capas se unen y se conglutinan tan estrechamente unas con otras, ya más, ya menos según su solidez respectiva, que no presentan en la madera más que un solo cuerpo duro y firme; en vez de que en el umbú las capas se conservan siempre visiblemente separadas, sin formar entre sí mismas una unión estrecha.
En medio de la flojera, digámoslo así, con que engruesa este árbol, su resistencia a los vientos generalmente es mayor que la de muchos árboles de madera fuerte, a quienes el viento desgaja con más facilidad que al umbú.
Yo no conozco más que dos especies: una de machos que dan sólo flores, y otra de hembras que dan flores y fruto [2]. Se suelen poner en el campo cerca de las casas por su hermosura, y principalmente por la sombra que con su grande copa hacen en el estío, útil para las gallinas y para otros animales domésticos, y también para colgar la carne al fresco, que regularmente corre debajo de sus ramas.
flores ombú macho
flores y fruto ombú hembra
El motivo porque por lo común se siente correr aire debajo de los umbús, lo atribuyo a que por leve que sea el aura que corre, como corra alguna, tropieza en la copa espesa del umbú, y hallando en ella embarazo, tuerce su corriente hacia la parte en que no lo tiene, que es por debajo del árbol. Este efecto se hace muy sensible cuando hay dos árboles a la par, que unan arriba sus copas; porque pasando por cerca de ellos se suele sentir la corriente del aire que se reúne por entre los troncos, aunque no se sienta en otro lugar si el día está sereno.
Para trasplantarlos conviene esperar al equinoccio de setiembre; porque estos árboles, que empiezan a brotar a la mitad de octubre, suelen sentir mucho los hielos cuando no están arraigados, y por ellos se suelen perder si se ponen temprano.
A los dos años de haber comprado mi chácara trasplanté tres umbús que habían nacido el año anterior de 1774, y los puse en triángulo cerca de la casa a la distancia sólo de cinco varas [3] unos de otros con el objeto de poder atravesar de unos a otros, cuando fuesen grandes, tijeras de sauce, en que colgar cómodamente la carne. De los tres se me perdió uno, y en los otros dos que me quedaron hallé el servicio que me propuse de los tres; pues atravesé de uno a otro una tijera de sauce en que podía colgar todos los cuartos de una res.
Para que la carne no se mojase cuando llovía, pues mojada adquiere mal gusto y se pierde pronto, encaramé en la tijera atravesada en las horquetas de los dos umbús, un par de cueros grandes, que con huascas que se ataban por una punta en las garras, los extendían y se ataban por la otra en algunas ramas de los árboles. Cubierta muy bien la tijera con los cueros pasaban por entre ellos y la tijera unas huascas fuertes, que tenían cada una en un extremo un gancho de madera de los que en mi casa se suelen hacer del concurso de dos ramas de un grueso proporcionado. Cuando se colgaba carne no había más que engancharla, izarla con la huasca y atar el otro extremo en uno de los ceñidores de torzal que tenían los umbús atados flojamente en la cintura de sus troncos. Con esta operación sencilla estaba la carne siempre al fresco y preservada de la lluvia.
El ceñidor de torzal que tenían los troncos no sólo servía para asegurar la carne, sino también para atar los caballos a la sombra en cualquiera de ellos; pues sin el ceñidor no se podían atar cómodamente; porque los troncos que desde el suelo a las horquetas principales tenían cuatro varas de alto, y era necesario una escalera para subir a los umbús, tenían de circunferencia, en donde menos, las mismas cuatro varas, o muy cerca: con que para atar caballos en los umbús, o era menester clavar argollones en los troncos, o usar del ceñidor flojo que acabo de decir; los umbús a los treinta y nueve años de edad tenían dieciocho varas y media de altura, y el diámetro de su copa era por lo menos otro tanto.
Mi casa estaba abrigada con ellos de los sudestes, y parecía de lejos que se apoyaba a los árboles. Estos a mis ojos la adornaban con los verdes colgantes de sus ramas, y yo los apreciaba en tanto que hubiera despreciado una talega de pesos que me hubiesen ofrecido por quitarlos de donde yo los tenía.
Pues todo este bien, o casi todo, desapareció el presente año de 13; porque el día 2 de febrero hirió un rayo los dos umbús. Al que estaba más al norte y más cercano a la casa lo perdió del todo, y al compañero le maltrató las más grandes ramas. Al principio creí que el daño era muy corto; porque no se vio en el perdido más que un leve rasguño sobre la horqueta principal, y porque dos caballos, que estaban atados a él, no recibieron mal ninguno; pero a los pocos días las ramas grandes; que formaban toda su copa, se empezaron a caer, llevadas sólo de su peso, de suerte que no quedó en pie más que sólo el tronco; luego advertí que el fuego eléctrico había penetrado hasta las raíces por el sonido hueco que daba el tronco, y por el mal olor que despedía.
Así lo hice cortar todo, y que se cortasen también todas las ramas heridas del que quedó en pie. Todo el forraje que salió de los umbús, con que se podían cargar algunos carros, lo reduje a rajas y astillas, y después que se orearon, en que tardaron muchos días, las puse en disposición de darles fuego para sacar ceniza; porque me habían dicho que la ceniza del umbú era buena para la lejía, con que se hace jabón.
Como me he propuesto dar una idea de todo lo que yo sepa concerniente a los provechos, que se puedan sacar de una chácara, voy a darla del modo de hacer jabón, que yo ignoraba hasta el presente año en que lo he hecho con la ceniza de la broza, que junté de los dos umbús. Oreadas las rajas, sin esperar a que se sequen del todo; porque entonces pierden las sales, en que consiste el mérito de la ceniza, se hacen unos montones piramidales, cruzando las rajas de modo que el fuego pueda entrar por todo el montón, poniendo primero debajo alguna paja seca a fin de que por ella prenda el fuego. Cuando éste ha prendido y se comunicó a la leña que forma la pira, se tiene cuidado de ir tapando con astillas menudas, que están a la mano, las salidas grandes que tenga el fuego con el objeto de que no se evaporen las sales, o se evaporen lo menos posible.
Por este motivo de conservar las sales sería mejor quemar el ombú con toda la humedad que saca de sus raíces; pero quemarlo sin que se oree primero es obra moralmente imposible, como también lo es quemar las ramas gruesas sólo como el brazo cuando no se han hendido: así lo he experimentado yo, y para quemarlas he tenido que animar el fuego, echándole por encima al montón paja de trigo menuda, de la que se saca de la era después que se avienta el trigo. Esta paja, que por ser menuda se insinúa por todos los resquicios del montón, anima el fuego sin levantar mucha llama, y así se ha podido quemar bien una leña que sin ese auxilio era muy difícil quemarla. Cuando arde el montón se tiene también cuidado de echar encima la leña que se desparrama para que la penetre el fuego, y se deja amontonada hasta que se enfríe, preservando el montón de que se moje con alguna lluvia, que le llevaría las sales."
(se omiten aquí varios párrafos en los que el autor describe al detalle la forma de producir velas y jabón con sebo y usando las cenizas del ombú).
"Ahora volviendo a los umbús, que dieron ocasión a un artículo más largo de lo que yo pensaba, parece que estos árboles son muy perseguidos de los rayos; porque el mismo día que un rayo hirió a los míos, otro rayo hirió a un umbú de la chácara que fue de dan Domingo Guerrero. Cuando por ella pasaba para ir a misa vi que al umbú herido se le fueron desplomando las ramas del mismo modo que le sucedía al que se me había muerto en mi casa.
Fuera de estos umbús tengo noticia de otros que fueron heridos y muertos de rayo. Lo que hace creer que estos árboles son más expuestos que otros a ser heridos de este terrible meteoro. Así se experimenta, y puede provenir de que siendo por lo común los umbús grandes y corpulentos, y de que regularmente se ponen en lugares bastante elevados, alcanzan por su altura sobre la del lugar en que los ponen, a la región del aire en que los rayos se encienden con más frecuencia, a que puede concurrir también el que abundando, como ciertamente abundan, de sales; abundarán asimismo de nitro, que, según se dice, es una de las materias en que se ceba el fuego eléctrico, y es la que causa la explosión espantosa que se oye cuando el rayo se enciende. Siendo esto así, como parece por los efectos, parece también que lejos de ser esos árboles útiles a las casas, les pueden ser muy perjudiciales, y que más bien se debe aconsejar que el que los tenga, los corte o los arranque, que el que se pongan cerca de ellas.
A esto digo que la utilidad diaria y constante, que traen los umbús a las casas, se debe anteponer a un prejuicio remoto que por ellos pudiera sobrevenirles, aún en caso que hubiese algún peligro; pero aún este peligro remoto se desvanece sólo con reflexionar que cebándose el fuego eléctrico en los umbús quedan preservadas las casas que están cerca de ellos, y que para las casas vienen a ser los umbús lo que son para los navíos los conductores eléctricos, que se les ponen en los palos altos haciéndolos descender al agua por fuera de las cofas y de las mesas de guarnición; así lejos de ser los umbús para las casas un atractivo de rayos, les son un preservativo que las liberta de ellos.
Yo por lo menos no tengo noticia de casa ninguna que en el campo haya sido herida de algún rayo, teniendo cercano ese árbol; y tengo noticia de muchas que lo fueron, no teniéndolo. Por este principio y experiencia, que lo acompaña, soy de opinión que aunque los umbús no trajeran a las casas más utilidad que la de preservarse de los rayos, que tal vez las destrozarían, no teniéndolos; se deben poner cerca para preservarlas, y que el furor de los rayos se cebe en los umbús antes que en ellas. Pero al mismo tiempo soy también de opinión, que cuando amenace tormenta se separen de los umbús los caballos que estén atados a ellos; porque no siempre tendrán la fortuna que tuvieron los míos, de que el fuego sólo descendiese por lo interior del tronco, sin tocarlos."

La mulita

Resultado de imagen para mulita
Clase:  mamífero.
Familia: Dasypodidae.
Nombres Comunes: mulita, tatú, armadillo.
Nombre Científico: Dasypus hybridus.
Distribución en Uruguay: se la encuentra en todo el país, aunque menos común cerca de las zonas muy pobladas del sur, debido a la caza, que por supuesto está prohibida.
Descripción: el color general es grisáceo o a veces pardo oscuro, mide entre 25 y 50 centímetros y pesa entre 1,5  y 2 kilos. Presenta siete bandas móviles en el dorso.
Comportamiento: es bastante activo durante el día y la noche también, aunque a veces evita salir en las horas de mayor calor. Su visión no es muy buena y utiliza más su oído y su olfato para buscar alimento y huir de los predadores. Fundamentalmente se alimenta de insectos, aunque a veces puede consumir otros pequeños animales.
Hábitat: praderas.
Reproducción: pare de siete a nueve crías y tiene cuatro mamas. La madre amamanta a las crías, en la madriguera, por varias semanas. Luego al tiempo se vuelven de hábitos solitarios.
Conservación: no es una especie que se encuentre en peligro de extinción, pero si es una especie que ha sufrido un retroceso debido a la caza ilegal que se realiza, por eso es importante prestar atención y realizar estudios para saber si su población disminuye.

El tero

Resultado de imagen para tero
El ave  típica de los campos de Uruguay habita en descampados, pero sobre todo en la cercanía de lagos y lagunas, ríos, arroyos, aunque puede encontrarse en zonas urbanas.
Se lo considera un “guardián” debido a que ante la presencia de un ser extraño, el Tero comienza a dar gritos de alarma, denunciando su presencia, incluso durante la noche. Es frecuente que el Tero sea tomado como mascota, con función de alerta ante intrusos.

Es muy elegante, con su plumaje contrastante entre el blanco y el negro. Además lo engalana un fino y coqueto copete hacia atrás. Es muy cómico, pues cuando camina o está quieto, hace “agachadas” clásicas aún sin explicación.